El novio de mi marido

Puri Nogales se había hecho la promesa a sí misma, de que acabaría gustándole el sexo antes de final de curso. Sus tres mejores amigas que tenían novio formal, no paraban de restregarle en la cara lo divertido y genial que es el sexo. Puri había tenido sexo sólo una vez, la Nochevieja pasada, en un descampado, con su novio de tres meses, y le pareció, incómodo, doloroso y poco excitante, y que el que disfrutaba de verdad con estos quehaceres era su novio, al que no volvió a ver después de aquella noche.

Puri no había tenido otro novio. Le echaba la culpa a su madre por haberle puesto semejante nombre: Purificación, Pureza, Pura. Estaba convencida de que lo había hecho a modo de vendetta personal o para expiar su culpa, ya que su padre les abandonó cuando Puri era un guisante en la barriga de su madre, y éste encontró a su mujer en el lecho matrimonial con su mejor amigo.
Nunca preguntó quién es su padre biológico, pero Puri tiene toda la cara salpicada de pecas, igual que aquel mejor amigo.

En su último año de Bachillerato, ha decidido que el remedio para lo que ella tiene es practicar mucho, follar a diestra y siniestra, y así, llegar a la Universidad con un conocimiento profundo y una apreciación del sexo más elevada.
A Puri se le dan muy bien las matemáticas, y la química, no tanto la física. Quiere entrar en la Universidad Politécnica para estudiar Industriales, que aunque no sabe exactamente lo que es ser ingeniero industrial, suena muy bien, y seguro que ganará mucho dinero cuando sea mayor.

Puri va con sus amigas a las discotecas los viernes, sesión de tarde y noche, los sábados, sesión de tarde y noche, y los domingos, sesión de tarde. Las amigas siempre acompañadas de sus novios. A veces se queda sola, y es entonces cuando conoce a sus víctimas. Para los parciales de enero, ya se ha acostado con un conductor de camiones, un periodista, un camarero de la discoteca que no le quitaba ojo desde la primera vez que la vio, un motorista, un profesor de inglés, un aduanero, un judoka, un seminarista extraviado y un actor medio famosillo.

Todavía no le ha cogido el punto a eso del sexo, pero lo que si le gusta, es salir y pasar el rato con sus nuevos mejores amigos, una troupe de actores, que conoció a través del actor medio famosillo, y que hacen teatro experimental en una casa ocupa del Cabañal, barrio de putas, drogadictos y travestis, que el ayuntamiento ha intentado aburguesar sin éxito.

Salvador, el director de la compañía, es gay, de hecho toda la compañía son gais, con lo cual Puri está más relajada, sin la presión de tener que acabar en la cama con alguno de ellos. Salvador acaba de llegar de unas vacaciones en Cuba, y está locamente enamorado de Ernesto, un mulato de piel cobriza y fulgentes muslos torneados por Vulcano.
Hoy en su tertulia, toman poleo, escuchan a la “Charanga Habanera”, hablan de Barba y Grotowski y fuman porros que Puri ha aprendido a liar como una profesional, pero que es incapaz de darles una calada ya que no sabe tragarse el humo.
Salvador muy dramático le confiesa a Puri en la incertidumbre en que se encuentra, y que no sabe qué hacer, si olvidarse del mulato para siempre o hacer lo mismo que ha hecho Toni Veroni.

-¿Qué ha hecho Toni Veroni?
-Su mejor amiga se ha casado con Eduardito, el novio de Toni, y ahora viven juntos.
– ¿Los tres?
-No hombre no… Ellos dos. Los cubanos sólo pueden salir de Cuba con un permiso de artista o si la familia los reclama. Y ahora Eduardito vive aquí, y da clases de salsa en La Floridita.
-ah…
-Ernesto es psicólogo…
– Ya.
– ¿Quieres casarte conmigo?

Se refería con Ernesto, claro. Puri ha aceptado. La boda se celebrará por papeles en Cuba, en un juzgado de La Habana con una foto de Puri como su única presencia. Toni Veroni será el apoderado y si todo marcha bien, ella verá a su marido gay para las próximas Navidades. Salvador es feliz. Puri no le ha mentado nada de esto a su madre.

Puri se ha convertido en una gran bailarina de salsa gracias a Eduardito, el novio de Toni Veroni. Va todos los jueves a “La Floridita”, hay clase gratis, y luego bebe mojitos y baila muy pegada a Eduardito canción tras canción. Como es más bajito que Puri, sus caderas le llegan a la mitad del muslo de ella. Un día bailando, de repente Puri notó algo duro y tieso entre las piernas de Eduardito cruzaron miradas y ese fue el comienzo de una apasionante aventura entre los dos. A Puri le encanta el sexo con él.

Eduardito le ha confesado a Toni Veroni, que no es gay, que lo fingió para poder salir de Cuba. Toni lo ha entendido y lo ha aceptado y como le tiene mucho cariño a Puri, no le importa que esté con ella, de hecho lo prefiere a que esté con otro hombre, ya que eso le pondría muy celoso.

Se acercan los finales de Junio, y Puri sospecha que le van a quedar dos asignaturas pendientes para septiembre y sus planes de ingeniería se van a posponer un año. Ella prefiere repetir curso y llegar al Selectivo con buena nota.
Este verano trabajará de camarera en la barra de la Floridita para poder controlar a Eduardito, ya que las mujeres se vuelven locas para bailar con él.

Puri se pregunta qué misterios traerá consigo Ernesto, su marido. Pero hoy eso no le preocupa. Tiene que apurarse con el maquillaje y acabar de vestirse para la fiesta de fin de curso, a la que acudirá con su amante cubano y con el novio de su marido.

[catlist name="short stories" thumbnail="yes" thumbnail_size="full"]